
Una dramática realidad que se quiere negar es las de las mujeres que, habiendo tomado la decisión de matar al niño en sus entrañas, se encuentran sumidas en un profundo dolor que las incapacita para llevar una vida normal y feliz. La mujer es la segunda víctima del aborto y necesita reencontrarse con Dios y con su hijo, así como perdonarse a sí misma. En soledad, no cuenta con alguien que entendiéndola y sin acusarla, le ofrezca ayuda para sanar la gigantesca herida que el aborto le dejó. La mujer que se practicó un aborto, tiende a justificar racionalmente la decisión como “lo mejor”, pero en su interior experimenta un profundo dolor, en el alma, en lo más intimo; hay una separación, una ruptura, entre el pensar y el sentir que trastorna su vida. Así, se instala el Síndrome Post Aborto (SPA) con pesadillas, desajustes en la relación con la familia y demás personas, depresión, pérdida del sentido de la vida, ansiedad, remordimiento, sentimiento de culpa, rabia, problemas en los hábitos alimenticios, pudiendo llegar incluso al consumo de drogas y alcohol y al intento de suicidio. Existe pues un rompimiento en la funcionalidad física, psicológica y espiritual.
El Proyecto Esperanza busca responder a la necesidad —urgente y a la vez silenciosa— de reconciliación y cura que tienen las mujeres víctimas del SPA. No es la aplicación de un programa psicoterapéutico, es un ministerio que reafirma el valor de la vida por nacer, de la mujer y de la familia. El Proyecto Esperanza lo conforman un equipo multidisciplinario (médicos, obstetrices, enfermeras, psicólogos, asistentes sociales, abogados, orientadores familiares, sacerdotes y agentes pastorales) quienes —a partir de su formación académica y capacitación en el acompañamiento y real compromiso a defender la vida— proporcionan atención personal y especializada en el acompañamiento pastoral de la persona que sufre el SPA, con la finalidad de facilitar un proceso de aceptación, reconciliación y de encuentro con el hijo abortado.
El Proyecto Esperanza llega a Perú, con adaptaciones a nuestra realidad, en abril del año 2006, en Arequipa, promovido por el Instituto para la Familia de la Universidad Católica “San Pablo”. Así quedó establecida una gran “Red Sur” de centros que funcionan en Arequipa, Tacna, Cusco y Puno. Con el apoyo de esas instituciones, la Asociación “Por la Vida” del Movimiento de Vida Cristiana, ha traído el Proyecto Esperanza a Lima, capacitando al primer grupo de voluntarios para el acompañamiento en octubre del 2006, estableciéndose así la “Red Lima” con sedes en diferentes puntos de la ciudad; se espera realizar otras capacitaciones durante el año 2007.
Quien descubre la necesidad de esta ayuda puede contactarnos para establecer una cita con la persona que brindará el acompañamiento, aproximadamente durante 4 a 6 meses, en forma individual, confidencial y gratuita.